Mª Ángeles Cabré es escritora, crítica literaria y directora del Observatorio Cultural de Género. Y además, es una mujer inteligente, tenaz y con una gran personalidad.
Nos encontramos en la cafetería de La Pedrera, en el centro de Barcelona. Desde el primer momento se mostró abierta y cercana, expresando sus opiniones de manera libre y reveladora. Una gran luchadora que dedica su vida a defender la igualdad y la presencia femenina en el mundo de la cultura. Ya que, como dijo Virginia Woolf, a lo largo de la historia “anónimo” fue siempre una mujer.
Empezamos hablado de “WonderWomen. 35 retratos de mujeres fascinantes”, su último libro publicado esta primavera y que tenemos sobre la mesa. Una edición de lujo, editada con magníficas fotografías, y que reúne las historias de grandes mujeres como Coco Chanel, Greta Garbo, Agatha Christie o Chavela Vargas, entre otras.
Y como no podía ser de otra manera, empezamos hablando de tu libro, donde haces una reivindicación de algunas de las grandes mujeres de nuestra historia. Explícanos tu planteamiento.
He querido explicar que a las mujeres les costó llegar, pero no porque fueran tontas, sino porque no las dejaron.
El libro cuenta, a través de perfiles de grandes mujeres, que el siglo XX ha sido el siglo de las mujeres. Porque la mayoría de ellas empezaron en una situación muy precaria y lucharon por mejorar. Por ejemplo Simone de Beauvoir, a quien después de acabar el colegio querían casar, y que al final acabó siendo una de las filosofas más importantes de su época.
En estos ejemplos de vidas vemos por qué ha sido el siglo de las mujeres. Por qué empezaron no siendo nada y acabaran siendo mucho.
El libro reúne 35 retratos de mujeres tan fascinantes como Coco Chanel, Greta Garbo, Louise Bourgeois, Billy Holliday, Dorothy Parker, Agatha Chrtistie, Pina Baush o Chavela Vargas. ¿Por qué han sido estas y no otras?
He querido escoger a mujeres de disciplinas variadas. Por ejemplo, las artes plásticas con Louise Bourgeois, el cine con Marilyn Monroe, la fotografía con Gerda Taro o la música con Édith Piaf.
Todo empezó como una sección de radio semanal en un programa de RNE, “Wonderland”, donde explicábamos las historias de estas maravillosas mujeres, y acabó en este libro. Pero la verdad es que podría hacer 10 libros sobre WonderWomen, pues las grandes mujeres son muchas.
Moda, literatura, música o cine son algunas de las disciplinas en las que destacaron estas mujeres. Pero… ¿Qué tienen en común?
Todas ellas tienen en común el gran esfuerzo y también la desobediencia. No les toca ser actrices y se hacen actrices, no les toca ser pintoras y se hacen pintoras… no les toca pensar y se convierten en Hannah Arendt.
Yo creo que tienen un gran espíritu de rebeldía y, a la vez, una gran tenacidad. Trabajaron muy duro en sus carreras.
Muchas de ellas vienen de condiciones económicas muy precarias e incluso sufrieron abusos sexuales de niñas. Su esfuerzo fue titánico y se abrieron camino en un mundo de hombres, eso está claro. La que quería ser actriz tenía que pasar por las rodillas del gran jefe de la Metro Goldwyn Mayer, en cambio los actores nunca pasaron por eso.
Y vamos a seguir hablando del Observatorio Cultural de Género, que has fundado y diriges. Nace con el objetivo de ser un instrumento para promover la reflexión sobre la falta de paridad en el mundo de la cultura. ¿Cómo surge la idea?
Vi que en Barcelona no existían asociaciones profesionales de mujeres de la cultura, como sí pasa en Madrid. Así que pensé que valía la pena crear un instrumento que sirviera para dar voz a las mujeres que trabajan en esos campos.
El Observatorio Cultural de Género nació, hace tres años, también con la vocación de sumar esfuerzos e interactuar con cuantas más asociaciones de mujeres mejor.
Y tiene principalmente dos objetivos. Por un lado, denunciar y hacer informes sobre la situación de la mujer en el mundo de la cultura. Por ahora, hemos hecho tres: uno sobre periodismo de opinión, otro sobre cine y un tercero sobre premios literarios. Y por otro lado, quiere ser un dinamizador cultural de actividades relacionadas con las mujeres.
Viendo todo el trabajo que hacéis, ¿es cierto que todavía hay demasiadas corbatas en el mundo cultural?
Sí, es evidente que existe una gran ceguera respecto a la falta de mujeres en el sector. Hay aún demasiada gente que no ha entendido que en los museos debemos sentirnos representados todos y todas, y las mujeres somos la mitad de la sociedad. Por mucho que le regales la entrada a una mujer, si en una exposición no se va a sentir representada, no irá a verla. Eso no es democratizar la cultura.
Además, a nivel mundial, existe la creencia general de que la cultura no es importante. Hay que volverla a colocar en el sitio que merece, no por capricho, sino porque gracias a la cultura se solucionan muchas cosas.
Estoy segura que si hubiera más mujeres que expusieran en el MACBA, a la larga habría menos violencia de género. Porque al final la cultura sirve como base de la educación de la sociedad del futuro. Y estamos en un mundo donde la cultura no representa a las mujeres.
Es muy necesario, aunque la mayoría de veces no se cumple, dar nombre y apellidos a las mujeres que participan en nuestro entorno cultural. ¿Qué herramientas utilizáis para dar visibilidad a la mujer en el sector?
La primera y más importante es protestar ante las autoridades e instituciones para que se cumpla con la Ley de Igualdad.
Todavía están bastante sordos, pero afortunadamente ahora, con los cambios políticos que ha habido, están empezando a escuchar y están empezando a pasar cosas.
Por otro lado, es fundamental disponer de las cifras de la igualdad. Para arreglar un problema hay que conocerlo. Nuestros informes son un modo de visibilizar el problema, de enunciarlo. Porque si las mujeres sólo ganan el 18% de los premios literarios, tenemos un problema.
Y por último, es necesario crear un dinamizador cultural de mujeres ya que, en este momento, hay poca cultura de mujeres simplemente porque no se ayuda a generarla. Hay que subsanar eso y dejar de incentivar lo mismo de siempre.
¿Esto se debe a que se tiene miedo a apostar por el arte de mujeres?
Si, es lo mismo de siempre. Uno tiene tendencia a consumir lo que le han dicho que es bueno. Si se invierte la tendencia, si por ejemplo las instituciones empiezan a comprar obras de mujeres, aumentará su prestigio.
En ese sentido habéis realizado informes que han dado cifras muy sorprendentes. ¿Qué conclusiones habéis extraído?
El panorama es horroroso, aunque es el retrato de nuestra sociedad.
En cine el punto de vista de la mujer no está. Si las directoras de cine casi no existen, ¿quién nos va a contar el punto de vista de las mujeres? Nadie. Los datos dicen que de cada 10 películas que vemos, 9 están hechas por hombres. Imagínate entonces que la única mujer que ese año hace una película la hace sobre Gandhi; es casi seguro que ese año no podremos ver ni una sola protagonista femenina. Por suerte aquí se hacen más de 10 películas al año, pero el ejemplo sirve.
Y en premios literarios el tema es igual de grave. Si le damos los premios mayoritariamente a hombres (el 72%), quiere decir que hay más hombres que podrán vivir de la literatura. Las carreras largas serán de hombres. La mujer no tiene prestigio y como no tiene prestigio no hace falta darle un premio. Pero si no le das el premio no tiene prestigio. Es el pez que se muerde la cola.
Y para acabar queremos saber en el mundo de la cultura… ¿cómo es para ti la mujer perfecta?
Para mí la mujer perfecta es rebelde y desobediente, a la vez que tenaz. Es la que hace aquello que le dicen que no haga, que suele ser lo más interesante. “No escribas por que no te vas a poder ganar la vida”, me decía mi madre. ¡Pues yo escribí!
Y también tiene que tener la autoestima alta, porque el mundo se ha ocupado de que la mujer tenga la autoestima muy baja. La sociedad nos recuerda cada día, desde la publicidad, desde la prensa, lo que debemos ser o lo que debemos hacer. Tiene que tener la autoestima muy alta. Si no tienes el ego un poco subido, si no te lo cuidas cada día… no haces nada.
Incluso es mejor no pedir la opinión de nadie, a no ser que te estés equivocando catastróficamente. A veces es mejor hacer caso de ti misma y seguir un poco el instinto. Albert Camús, decía: “Hay que ir contra el aire de los tiempos”. El aire de los tiempos quiere que caigas y no te levantes, o sea que mejor no lo sigas. La mujer perfecta es la va contracorriente. Si vas con la corriente, harás lo que hace la masa.
En realidad las mujeres que hacen avanzar el mundo son las que van contra corriente y consiguen así cambiar el rumbo.
Algunos datos más sobre el Observatorio Cultural de Género…
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Además, ahora puedes asistir a sus ciclos en marcha:
“Amb ulls de dona” en el Ateneu de Barcelonés
“Mujeres de cine” en la Biblioteca Nacional de España (en colaboración con CIMA)
*Agradecimientos a: Grela Bravo por las fotografías y Fundació Catalunya-La Pedrera por cedernos el espacio